Todas las Euphorbiáceas comparten un distintivo propio, se trata de un liquido lechoso tóxico que contienen los tallos, hojas y brácteas. Este líquido lo desprenden cuando se les practica una herida y es dañino si entra en contacto con las mucosas, llegando a producir inflamaciones serias.
Casi todos los componentes son plantas monoicas, lo que quiere decir que los elementos reproductivos de ambos sexos se encuentran en la misma planta.
Precisan de emplazamientos soleados o al menos altamente luminosos, cálidos, ligeramente más frescos en invierno; las plantas maduras tienen mayor poder de soportar climatologías adversas.
El riego, dependiendo de la temperatura, ha de ser moderado; en invierno requieren menos agua y es preferible regarlas por la parte inferior del contenedor.
Poseen unas características comunes, pero la enorme variedad también determina algunas diferencias en sus cuidados.
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